Tras el invierno, puede llegar una sensación de decaimiento. Las temperaturas se tornan más cálidas y disfrutamos de más de horas de luz. Sin embargo, a veces, en la primavera se pueden experimentar algunos síntomas que, en su conjunto, se han denominado astenia primaveral.
La astenia primaveral puede definirse como una sensación pasajera y subjetiva de cansancio, tanto físico como intelectual, que sin tener una causa orgánica definida está correlacionada con el inicio de la primavera, especialmente si el calor se presenta demasiado pronto y va unido a oscilaciones de la presión atmosférica y de la humedad ambiental.
La astenia primaveral no tiene consideración de enfermedad dentro del Catálogo de Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud. Es un estado que en sí mismo no tiene un valor patológico, sino que parece estar relacionado con desórdenes en el mecanismo fisiológico normal de adaptación del cuerpo a las condiciones variables propias del cambio de estación.
SINTOMATOLOGÍA
No existen unos síntomas palpables, ni claramente definidos sino que engloba desde una sensación inexplicable de tristeza hasta algo tan inespecífico como unas “pocas ganas de hacer nada”. Todo ello se acompaña de signos y síntomas físicos, siendo los que se describen con más frecuencia:
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Alteraciones del estado general (cansancio, fatiga especialmente por la mañana, debilidad general).
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Hipotensión, mareos.
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Dolor muscular y articular.
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Cefaleas.
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Dificultad de concentración en todos los ámbitos, trastornos de memoria, fatiga intelectual.
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Irascibilidad, cambios de humor, melancolía inexplicable.
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Problemas digestivos, pérdida del apetito, aumento de la sensación de hambre
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Trastornos del sueño (insomnio, intensa sensación de sueño).
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Inapetencia sexual, entre otros.
TRATAMIENTO
En realidad no hay un tratamiento específico para minimizar los síntomas de la astenia primaveral. Pero sí se puede minimizar sus efectos acelerando el proceso de adaptación del organismo mediante la adopción de una serie de medidas:
- Anticiparse al cambio horario que se realiza en primavera adaptando gradualmente la rutina diaria a la nueva hora antes de que éste se produzca. Es importante que los horarios de comida y sueño (acostarse y levantarse) sean muy regulares, manteniendo los intervalos habituales.
- El ejercicio físico moderado ayudará a acelerar el proceso de adaptación, facilitando la liberación del estrés y la conciliación del sueño, que será más reparador.
- La alimentación deberá adaptarse a las necesidades que las nuevas condiciones ambientales generan en el organismo: menos alimentos hipercalóricos y mayor presencia de frutas y verduras frescas.
- La correcta hidratación es muy importante, ya que con la elevación de las temperaturas se suda más y el organismo necesita más líquidos.
- Mantener las rutinas del sueño es fundamental: la astenia primaveral afecta a la secreción de melatonina –la hormona que induce el sueño– y puede ocasionar alteraciones del sueño, de modo que éste no sea todo lo reparador que debiera. Para evitarlo hay que mantener el número de horas de sueño, para lo que es importante cenar al menos una hora antes de irse a la cama, reservar el dormitorio sólo para dormir y mantenerlo a una temperatura adecuada, además de bajar las persianas si todavía hay luz diurna.
- No tomar vitaminas: la automedicación nunca es buena, pero en este caso, si la dieta es la adecuada el organismo tendrá las vitaminas que necesita, por lo que recurrir a la toma diaria de un complejo vitamínico, más que aportar beneficios, puede perjudicar a la salud por un exceso de ciertas vitaminas.
La astenia crónica es una enfermedad muy incapacitante para la persona que la padece, puesto que afecta a todas las esferas de su vida, tanto a la laboral como a la personal y social.
Es una patología muy estigmatizada, una gran incomprendida. Los pacientes que la padecen sufren mucho no solo por la enfermedad sino porque nadie les hace caso. No se ponen amarillos, no sangran, no tienen nada roto… y encima cuando el médico les manda hacer análisis de sangre los resultados salen bien.
Muchas veces su propio entorno les acusa de vagos o cuentistas. Pero no es así, están agotados de verdad.
En resumidas cuentas, en el caso de que te notes más cansado de lo habitual, desmotivado o te cueste mantener el normal ritmo de sueño, quizás estés sufriendo astenia primaveral. No obstante, si notas que los síntomas persisten en el tiempo, consulta con tu médico, ya que podría tratarse de otro problema subyacente.
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