“Consejos para evitar el estrés postvacacional”

En 2020, una empresa realizó una muestra y el resultado reveló que la cifra había aumentado en cuatro puntos porcentuales, alcanzando al 37 % de los trabajadores.

¿Cuáles son los síntomas? Cuadros de fatiga, apatía, dificultad para concentrarse,trastornos del sueño, nerviosismo y tristeza; nada, en realidad, que pueda considerarse con entidad clínica. Son los síntomas normales ante un cambio de rutina, un proceso transitorio que no suele alargarse más de tres o cuatro días.

El 40% de lo que hacemos está basado en hábitos

La mayoría de las cosas que hacemos en nuestra vida, hasta un 40 %, decía el psicólogo William James, están basadas en hábitos»

Tenemos una rutina durante todo el año que a veces nos cansa, nos quema, pero nos permite ir en «modo automático».

Cuando llega el verano, también al principio, en ciertas personas aparecen dificultades de adaptación a los nuevos hábitos, aunque sean positivos. Luego, cuando nos empezamos a acostumbrar, «va y se acaba». En realidad lo que pasa es que nos hemos adaptado a una rutina y tenemos que romper con ella para volver a la anterior.

¿Cuándo puede suponer un problema? «Existen casos extremos en los que se experimentan ataques de ansiedad, depresión, dolor de cabeza o malestar general. Afectan a una minoría y pueden durar meses», expone el estudio. «En algunos casos, solo en algunos, hay que ver si detrás existe algo más. A veces, hay que pensar si lo que hacemos es aquello que realmente nos gusta y en caso contrario establecer un plan realista para el cambio», apunta en este sentido Armayones.

Consejos para adaptarse a las rutinas

Conectar unos días antes:

Una opción interesante, según señala Armayones, es volver a conectar paulatinamente durante los últimos días de las vacaciones.

Ir poco a poco:

Pasar de cero a cien no es bueno para nada. Vayamos poco a poco: «ahora que empiezo, voy a superar los tres primeros días que son algo pesados y poco productivos.

Crear nuevos hábitos saludables:

«Hemos roto con la rutina del verano, que, a veces, no es tan sana como pensamos porque trasnochamos más, comemos peor, nos damos más licencias, y muchas personas llegan con tres o cuatro kilos de más. Pues aprovechemos para plantearnos pequeños retos. No hace falta apuntarse al gimnasio, pero incorporemos pequeños retos a nuestro día a día

Planificar el ocio:

«Somos muy de blancos y negros. Acabamos las vacaciones y de golpe y porrazo parece que nos metemos en una especie de túnel en el que no hay fines de semana, días de fiesta o tardes libres», completa el experto. Para ello, una buena opción es planificar un poco el ocio, para no caer en la vorágine de la oficina y de las llamadas de teléfono de un día para otro.

Comenzar proyectos vitales ilusionantes:

 La vuelta de vacaciones es un buen momento para pensar si quiere hacerse un voluntariado o iniciarse una actividad cultural, por ejemplo. Volver a la rutina es más fácil si la llenamos de los buenos ratos.

Aprovechar las rutinas:

Si las nuevas rutinas que podemos establecer al volver de vacaciones son positivas puede que hasta nos acabemos alegrando de que las vacaciones terminen. 

“La filosofía sería: aprovecha ese momento para verlo como una oportunidad”

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